comiéndose las donas y regalos del civil, |
minutos antes de la boda, |
compró un disco de moda y un pasaje |
hacia Brasil. |
No hubo despedidas, |
eso está bien, |
sólo que era un buen día |
para irse y dijo: |
las horas no me van a esperar |
dieciocho mil millas en moto, |
amigo y copiloto, guerrillero y buen doctor, |
lo tuvo todo y lo dio todo, |
esposa amante hijos y hasta una revolución. |
No quiso más despedidas, |
eso está bien, |
cuando era chico un buen día |
caminaba y dijo: |
Las horas no me van a esperar. |
Miró a los ojos de su jefe, |
un niño pijo avaro, medio raro, acosador, |
le dio una cita en la Cibeles, |
y con un tenedor crucificó |
venenganza y despedida, |
eso está bien, |
arrodillada un buen día ya cansada dijo: |
Las horas no me van a esperar. |
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