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Después de tanto tropezar
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dando tumbos he llegado aquí
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y no se está tan mal.
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No sabía dónde ir,
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había cerrado el último bar
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y tu oferta no la pude rechazar.
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Deja que yo apague la luz,
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tú deja de mirar el reloj;
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será mejor.
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Yo dando patadas al sol,
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tú enfadada con el despertador.
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Enemigo del calor,
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que siempre molesta en lo mejor.
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Como el sol que me despierta
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cuando escondido estoy
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bajo el edredón.
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Pégate a mí.
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Solitario corazón
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vaga sin rumbo por aquí
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buscando un poco de emoción.
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Sin promesas que cumplir,
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sin palabras de ésas que después
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se olvidan con el sol.
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Las penas cambian su sabor
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cuando no hay espinas para cenar
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y en la mesa comen dos.
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Y la fiesta sigue en el salón;
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la luna nos pilló bailando
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la balada del despertador. |